Ser adulto no es tan fácil
- Andrea Beltran
- 9 abr
- 6 Min. de lectura
Ya estoy grande y todavía me gusta engañarme creyendo que puedo hacerlo todo… y la verdad es que no siempre puedo.
Ya sé que está súper quemado el tema, que no es nuevo, y sí, veo a gente en TikTok igual que yo, echándole ganas y admitiendo que no está fácil. Pero al mismo tiempo veo a gente que “la está armando” y me pregunto si de verdad la están armando o nada más están pretendiendo. Quizás igual que yo y muchos otros, andan sobreviviendo pero se lo guardan.
Hace años que me salí de mi casa (sí, ahorita ya volví, pero eso es otra historia). La primera vez que lo hice fue en 2020. Tenía 28 años y me fui a probar suerte a Playa del Carmen, pero llegó el COVID y todo se derrumbo. Me regresé y me fue muy mal. Tan mal, que escribí un libro, porque yo vuelvo mis tragedias arte.

Eventualmente volví a Playa ese mismo año, todavía con COVID. Me ofrecieron mi trabajo de vuelta pero me fui, sin exagerar, con 6 pesos en mi cuenta mexicana y 3 dólares en la americana. El poco dinero que me quedaba lo usé para pagar mi vuelo de ida, el autobús que te lleva del aeropuerto a Playa, y con los 70 pesos que tenía en la cartera me compre un elote y pagué el taxi que me llevó al hotel donde trabajaba mi mejor amigo: amante de los perritos, el gerente de Zara, embajador de Bar Loco, Emperatriz de Playa, norteña… Tadeo.
Esa noche nos quedamos en el hotel porque él tenía guardia, pero al día siguiente nos fuimos a su depa, donde me dio asilo dos semanas en lo que me pagaban para poder rentar algo yo. Y el depósito quedé con el rentero que se lo pagaba después, y me dijo que estaba bien. Creo que la mayoría de mis conocidos tienen a alguien en quien apoyarse para este tipo de cosas, alguien que les aliviane la cartera en lo que se acomodan. Yo no. Pero afortunadamente tengo amigos como Tadeo que siempre me han ayudado.
Pero de verdad tenía tan nada de dinero que para ir a hacerme unos laboratorios que me pedía el hotel donde trabajaba, me tuve que ir caminando. Y en Playa es normal caminar, pero la distancia que tuve que caminar, y con lluvia, no era normal. Para ir al trabajo hay transporte, así que eso no me preocupaba y las comidas también mes las daba el hotel.
No reniego. La verdad es que lo bailado nadie me lo quita, y de ahí fue todo para arriba. No volví a tener limitaciones económicas. Hoy me quedo con las historias y me río.
Desde entonces soy una persona independiente. Yo pago mi renta, todas mis cuentas, no tengo ningún tipo de apoyo económico de nadie. Bueno, ya no. Ahorita sí estoy viviendo en casa de mi mamá, así que no pago renta y tengo que admitir que eso es un privilegio, porque a pesar de que no cuento con apoyo económico, siempre tengo un lugar a donde volver si así lo necesito.
Afortunadamente para mí, no estoy casada, no tengo hijos, así que considero que la tengo un poquito más fácil que otras mujeres de mi edad. O que otras mujeres en general. Mis ingresos y mi tiempo son todo míos.
Igual, a veces sí pienso qué fácil sería ser “sugar baby”, sobre todo cuando pienso en mi historial crediticio. Acuérdense que las tarjetas de crédito no son tarjetas de regalo, hay que pagarlas después del corte. Pero me acuerdo que no tolero a nadie, mucho menos a viejos rabo verdes, y se me pasa. Ya se que no tengo la edad para ser "baby", pero tampoco quiero andar con un viejito.

Antes de regresar a casa de mi mamá vivía sola en Ensenada. Estudiaba y trabajaba porque hace unos años mi situación era complicada y una tiene que sobrevivir, y para sobrevivir una deja de lado ciertas cosas, como estudiar eso que realmente quieres.
Estando allá tenía trabajo de tiempo completo desde casa, que a veces era muy demandante, pero no tener una convivencia forzada con gente, porque estás sola en tu casa, se recompensaba. No tenía que escuchar chismes ni tolerar compañeros de trabajo castrosos. Por lo menos no de frente. Porque igual lidias con ellos virtualmente.
También estaba estudiando de tiempo completo. ¿Cómo le hacía? Me lo han preguntado muchas veces y yo también me lo pregunto a mí misma. Realmente no tengo idea, pero lo hacía. Era como vivir en automático. Vivía cansada, pero había que pagar cuentas, había que comer, y rendirme no era opción, así que con dolor, con lágrimas, con todo, me levantaba y hacía todo lo que había que hacer.
Aparte de eso soy ambiciosa. No solo quería estudiar y trabajar, también quería vivir en un depa bonito, digno de aparecer en Pinterest. Hacer ejercicio, comer saludable, hacer las rutinas de skincare en la mañana y en la noche, leer todos los días, aprender lenguaje de señas. Todo esto además de querer presentarme con ropa, peinado y maquillaje perfectos todos los días.
Y la neta es que no se puede. O yo no pude. No sé cuál sea la realidad. Trabajar ocho horas mientras estudias medicina de tiempo completo no está fácil. Agrégale a eso hacer de comer, limpiar y lavar, porque no tenía quien lo hiciera por mí y no quería sumar el pago de alguien que me ayudara, porque no sabía si sería sostenible para mí. Eso sí, mi depa sí estaba intacto y sí era digno de Pinterest. De la Mary (mi mamá) aprendí a hacer cualquier lugar en el que vivo acogedor y mantenerlo siempre limpio.
Hacer ejercicio era imposible porque no tenía tiempo, ¿a qué horas lo hacía? Pero me levantaba a las seis de la mañana para sacar a la Maya María, mi perra, a pasear y que fuera al baño, y que Gato también saliera un rato. También era hacerme cargo de que ellos comieran, limpiarles y mantener limpio, porque para mí no era opción simplemente dejar los espacios para limpiar después. Cuando sientes que todo en tu vida es un caos, mantener tus espacios limpios te da un cierto alivio, porque dices: bueno, mínimo aquí todo está en orden.
Comer saludable era imposible, porque cuando cocinas para uno el mandado siempre se te echa a perder. Aparte es organizarte y cocinar. ¿Y otra vez? ¿A qué hora lo hacía? La mayor parte del tiempo vivía de Uber Eats.
Las rutinas de skincare también eran otro tema, pero la de la noche sí la hacía de ley porque era una manera de irme más tranquila a dormir. Leer y aprender otras cosas no era posible porque mi cabeza estaba saturada.
Verme y sentirme increíble con mi imagen... jamás pasó. No había ni tiempo de pensar en eso.
Pero el algoritmo de mis redes sociales me enseñaba todos los días gente que parecía que sí puede y me enojaba, y me frustraba. ¿Por qué chingados yo no puedo? Y no tenía que irme tan lejos. Simplemente cuando era niña, la Mary se veía fabulosa. SIEMPRE. Siempre peinada, maquillada, arreglada, y a mí, a mis hermanas y a mi hermano nos traía igual porque se supone que “somos su reflejo”.
La verdad es que en ese momento la química en mi cabeza no me permitía ver que mucho de lo que veía en redes sociales era falso. Tampoco me permitía reconocer lo mucho que había logrado con el mínimo apoyo. Para mí, yo era un fracaso, y le echaba ganas porque rendirme y regresarme a mi rancho era ser todavía más fracasada.
No pude con la adultez, no pude con mi independencia, Y NO HAY PEDO. Ahorita me estoy tomando un break de ser adulto. Quizás no tengo a alguien que me sustente económicamente, pero tengo el privilegio de poder estar en casa de mi mamá.
Alguien dígame, por favor, si están igual que yo, ¿y cómo le están haciendo?
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