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Repercusiones después de un accidente

Recientemente, me contactaron de la firma de abogados Farah & Farah para pedirme mi opinión sobre una guía publicada en su página sobre el impacto emocional después de un accidente traumático. Como la Salud Mental es uno de los temas de los que más hablo, sentí la responsabilidad de leerla, pero al mismo tiempo me preguntaba: “¿qué puedo decir sobre algo que nunca he experimentado?” Pero me puse a leer la guía. Mientras la leía, me vinieron a la mente todas las veces que me he caído de la moto. Siempre es un proceso el volverme a subir. Lo hago, pero me subo con el miedo de la primera vez, un miedo que poco a poco va desapareciendo. Y cada vez que me caigo, me vuelvo a subir, pero con más precauciones. La última vez que me caí fue porque la moto derrapó en un área llena de tierra, que el municipio llevaba semanas sin limpiar. Los carros derrapaban, y yo en la moto también lo hice.



No sentí que eso fuera suficiente motivo para justificar el hablar de ello, pero al seguir leyendo la guía, me acordé que la Mary, mi mamá, toma un camino diferente al usual o a veces un poco más largo para evitar una calle que da directo a nuestra casa, todo porque en una ocasión tuvo un accidente ahí. No hay altos para los cuatro puntos; solo hay de este a oeste, y no sé que pasó, porque yo no vivía en Mexicali en ese momento. Pero fue tan traumático para ella que desde entonces evita ese cruce por completo y siempre busca calles que tengan altos en los cuatro puntos.


Seguí leyendo y me acordé de uno de mis amigos, Andre, a quien atropellaron cuando estábamos en la secundaria. Perdió una pierna. Hoy se ríe de la situación y le decimos “Patas”, pero alguna vez me admitió que hubo momentos donde no la pasaba tan bien. Su experiencia en conjunto con la guía me recordó que el trauma después de un accidente no solo se vive por las lesiones físicas, sino que también tiene un impacto emocional.


La guía también aborda el trauma relacionado con la pérdida de seres queridos en accidentes automovilísticos. Aunque no es lo mismo, el trauma emocional que vivimos mi familia y yo se parece mucho al que experimentan las personas que sobreviven a accidentes mortales. Es un tema cercano porque mi papá falleció en un accidente automovilístico. Las recomendaciones que ofrece la guía sobre cómo lidiar con el dolor y el trauma son muy útiles, no solo para quienes han perdido a alguien, sino también para quienes sobreviven a esos accidentes. Ojalá hubiéramos tenido ese seguimiento.


Entre las recomendaciones generales, la guía menciona varias técnicas terapéuticas para ayudar a las personas a superar el trauma emocional después de un accidente automovilístico. Aquí es donde la información que quiero compartir se vuelve relevante. Tras un accidente, las víctimas pueden experimentar trastorno de estrés postraumático (TEPT), ansiedad, depresión y otros trastornos emocionales que pueden afectar su calidad de vida.


Existen diferentes formas de terapia que pueden ser efectivas para la recuperación emocional. Una de ellas es la terapia cognitivo-conductual, que ayuda a las personas a reentrenar su mente para cambiar patrones de pensamiento y comportamiento. A través de esta terapia, los pacientes aprenden a enfrentar el miedo y a calmar su mente y cuerpo. Esto es importante especialmente cuando se trata del miedo a volver a manejar o a viajar en carro después de un accidente.


Otra opción es la terapia de procesamiento cognitivo, que se enfoca en ayudar a las personas con TEPT a modificar las creencias limitantes relacionadas con el trauma. Los pacientes pueden ser guiados a escribir y leer un relato detallado del accidente, lo cual les ayuda a procesar y modificar la manera en que perciben el evento traumático. (No tiene nada que ver pero eso fue lo que yo hice la primera vez que me quise morir, escribí un libro)


La terapia de desensibilización y reprocesamiento a través del movimiento ocular (EMDR) también ha mostrado buenos resultados para personas con TEPT. Esta terapia permite a los pacientes procesar memorias traumáticas mientras siguen el movimiento de un dedo del terapeuta, lo que activa diferentes áreas del cerebro, ayudando a reorganizar las memorias asociadas al trauma.


Y para quienes persiste su miedo a manejar o viajar en carro, la terapia de exposición puede ser útil. Esta terapia expone gradualmente al paciente a las situaciones que le causan ansiedad, ayudando a reducir su miedo con el tiempo. Es particularmente buena para quienes desarrollan amaxofobia (miedo extremo a manejar).


En cuanto a la medicación, a veces es necesaria para controlar los síntomas graves de depresión, ansiedad y TEPT. Los medicamentos pueden ser una herramienta temporal o a largo plazo para quienes enfrentan los efectos emocionales de un accidente automovilístico, y su uso debe ser monitoreado por un médico SIEMPRE. En mi experiencia con los medicamentos, lo importante es, primero, no tenerles miedo y, segundo, no generar una dependencia. Siempre hay que tener presente que su uso es temporal y que, en algún punto, habrá que encontrar formas de seguir viviendo sin ellos.


Es importante destacar que las lesiones físicas y el trauma psicológico están conectados. Las secuelas físicas de un accidente, como el dolor crónico o la discapacidad, pueden generar sentimientos de desesperanza, aislamiento y miedo. Estos factores emocionales pueden complicar aún más el proceso de recuperación física. La rehabilitación y la fisioterapia, aunque son esenciales, pueden ser difíciles y dolorosas, lo que hace que el manejo del dolor físico también impacte directamente en el bienestar emocional de la persona.


En cuanto a las lesiones cerebrales traumáticas, también pueden aumentar el riesgo de desarrollar TEPT. El daño a las áreas del cerebro que controlan las emociones puede complicar aún más la recuperación psicológica.


Aunque la guía de Farah & Farah está dirigida principalmente a residentes de Estados Unidos, es importante hablar del tema porque afecta a personas en todo el mundo, incluyendo México. Con la cantidad de accidentes automovilísticos que ocurren —especialmente los fines de semana y, en muchos casos, entre adultos jóvenes (aunque no exclusivamente)— es esencial ofrecer recursos que ayuden a las víctimas a enfrentar tanto las secuelas físicas como las emocionales.


El trauma emocional después de un accidente automovilístico es real, y aunque cada experiencia es única, hay terapias y recursos que pueden ayudar a las personas a seguir adelante. No hay una sola forma correcta de sanar, pero buscar ayuda, ya sea a través de terapia o apoyo social, es un paso crucial en el proceso de recuperación.


Visita la pagina de Farah & Farah para conocer mas de este guía:


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