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Las cosas no siempre son como uno quiere

En un mundo ideal, mi vida hubiera sido de esta manera: me habrían tocado papás responsables y amorosos, que me dieran la atención necesaria para poder desarrollarme plenamente no solo todos los regalos —que agradezco, pero no necesitaba— y la educación. Mi papá no habría fallecido tan joven y yo no habría sido la niña que no tiene papá. Tampoco hubiera tenido que convertirme en adulto a los 14, ni comportarme como adolescente a los 20.


En un mundo ideal, en vez de salirme de clases en la prepa porque veíamos el mismo tema tres o cuatro clases seguidas, hubiera sido paciente e inteligente, y me habría aguantado aunque estuviera aburrida. No habría reprobado semestres por faltas, y me habría graduado con... ¿mis amigos? Más bien con mi generación.


También hubiera sido perfecto tener una idea de qué quería hacer con mi vida. Pero creo que era imposible pensar en eso mientras sobrevivía.


Pero las cosas no siempre son como uno quiere.

O como cree que quiere.

Por lo menos, para mí.


Me hubiera encantado tenerlo todo: los papás, el amor, los amigos, graduarme con mi generación, haber estudiado una carrera en cuanto salí de la prepa. A los 22 o 23 ya estaría trabajando, y para hoy, probablemente ya habría crecido dentro de mi puesto.


Sé que no soy una persona fácil. A veces ni yo me entiendo. Quizás también sería ideal ser más sumisa, más callada, más complaciente... ¿quizás si fuera así ahorita tendría pareja? ¿Estaría casada? ¿Con hijos?


Afortunadamente, casarme y tener hijos jamás ha estado en mis planes. De niña no tuve muñecas que fueran bebés, y con la cocinita y la casita que tenía, jugaba a que tenía un restaurante. Nunca a la casita. Si hubiera jugado a eso, seguro ahorita estaría que no me aguanto —más de lo que ya me aguanto. Pero de haberlo querido, probablemente sería una más de las cosas que me agobiara.


Lo ideal, lo ideal… hubiera sido no perderme tantas veces en el camino.


Y es que mi vida, hasta el día de hoy, no ha sido lo que había esperado. O no lo que había esperado porque creo que no esperaba nada. Más bien, no ha sido convencional. No ha seguido esa línea que nos han tatuado de cómo debe ser una vida.


Tengo 33 años. No tengo casa. No tengo carro. No estoy casada. No tengo novio. Tampoco quiero ser mamá.


Tenía independencia, trabajaba desde casa, vivía donde me diera la gana. Me fui a Playa del Carmen y de ahí a Ensenada. Pero mi salud mental se estaba deteriorando, y dejé todo de un día para otro. Regresé a casa de mi mamá. Ahorita no tengo cuarto propio. No tengo privacidad.


Empecé a estudiar la carrera que quería apenas hace unos años, a los 29. Y aunque sé que si la hubiera hecho antes, a la edad que se supone que uno estudia, no habría tenido ni la madurez ni las ganas, y la carrera la habría elegido por todas las razones equivocadas… a veces me pregunto “¿y si hubiera?”.


Empecé a estudiar la carrera que quería apenas hace unos años a los 29 y aunque se que de haberlo hecho antes a la edad que se supone que uno estudia, no habría tenido la madurez ni las ganas, y la carrera que escogí la habría estudiado por todas la razones equivocadas, a veces me pregunto que si hubiera.


El libro que recién publiqué lo escribí en el 2020, y me tomó cuatro años estar lista para sacarlo. Sentía que algo le faltaba. Retomándolo en noviembre, me di cuenta que no le faltaba nada. A la que le faltaba algo era a mí. Yo era quien no estaba preparada.


Siempre pensé que haría esto de manera anónima. Pensé que primero haría el blog, manejaría redes sociales, generaría un público… y hasta entonces publicaría un libro. Y con el libro, mostraría quién soy.


Pero eso tampoco salió como lo planeaba. Más que nada porque mi cabeza no me daba para poderme enfocar en nada, hasta que llegué al punto en el que de verdad tenía que hacer algo. Más bien, sentía una necesidad enorme de hacer algo, y sabía que si no lo hacía, me iba a ahogar. Y por eso publiqué el libro.

Las cosas no siempre son como uno quiere

Y la verdad es que, a pesar de todo, no cambiaría nada.


Hay algo hermoso en todo lo inesperado que me ha pasado. No sería la persona que soy el día de hoy. Y con todo y que no soy monedita de oro, ni le caigo bien a todos, me encanta ser quien soy.


Sí, he caído muchas veces en la mercadotecnia y en el “qué dirán”. Y probablemente lo seguiré haciendo. Pero no hay fecha ni edad exacta para terminar de descubrir quién eres.


Se me haría más aburrido ya saberlo y vivir una vida sabiendo qué va a pasar el siguiente día.

Las cosas no siempre son como uno quiere. Y esta bien.

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Parte de las ganancias se destinará a apoyar tratamientos de salud mental.


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